Para justificar el impacto social de la Bibliografía del Patrimonio Construido de México se debe partir de una noción bastante amplia de patrimonio, una que rebase la propuesta por legislación mexicana, ya que ésta sólo contempla los grandes monumentos reconocidos por sus expresiones artísticas o por sus vínculos con la historia nacional.1

Desde un enfoque antropológico, se considera que patrimonio es todo lo hecho y producido culturalmente por el hombre a través del tiempo. Esto significa que el patrimonio ha sido un legado continuo de generaciones anteriores a la presente y que, por esa razón, reúne gran cantidad de manifestaciones diversas: científicas, artesanales, literarias, lingüísticas, musicales, costumbristas y tradicionales de todos los pueblos que conforman al país.2

Cabe mencionar que de este enorme abanico de posibilidades, la presente bibliografía sólo se dedica a registrar aquellos impresos referentes a los bienes tangibles, como son las viviendas y edificios, así como los pueblos y ciudades construidos desde la Conquista hasta principios del siglo xx (sin pretender abarcar, por el momento, la producción moderna y contemporánea de los mismos). En este sentido, uno de los límites de esta investigación documental es concretarse al estudio de los bienes históricos y dejar para más adelante el estudio de la arquitectura y el urbanismo del México moderno y contemporáneo.

Desde este punto de vista, se entiende por patrimonio construido de México todas aquellas edificaciones arquitectónicas y urbanas nacionales, levantadas por los individuos y las instituciones mexicanas entre el siglo XVI y la segunda década del XX, de las que aún se tengan noticias, aunque se hayan perdido o se mantengan vigentes con los usos más diversos.

Ello implica que esta bibliografía debe incluir una variedad de bienes, que van desde los monumentales hasta los vernáculos, ya sea que pertenezcan a las élites, al componente mestizo o a los pueblos de indios supuestamente olvidados por el tiempo. Con este pronunciamiento me sumo a una noción patrimonialista universal e incluyente de todos los grupos sociales.

Vale la pena comentar algunas precisiones más. En efecto, el valor que doy a los bienes arquitectónicos y urbanos depende de la carga o significado cultural que expresan estas antigüedades. Estas viviendas, edificios y lugares son importantes porque los habitaron nuestros antepasados o generaciones anteriores, nuestros padres, abuelos y tatarabuelos. Por ende, dichas construcciones no son sólo fuentes para el conocimiento histórico, sino también testimonios de estilos de vida de épocas pasadas y, por ello, son en sí mismas objetos de estudio y símbolos de identidad cultural, ya que los mexicanos nos hemos identificado en el tiempo como sociedad organizada a través de la evolución de la propia arquitectura y la composición de nuestro urbanismo.3

En suma, esta visión de patrimonio con un enfoque cultural es la que ha dado a esta bibliografía un punto de partida conceptual para la selección y el registro de sus obras.

Creo que de esta manera ofrezco a los especialistas abocados al estudio del pasado, así como a las instituciones y organismos encargados de la defensa patrimonial, una lista con nombres de edificios, pueblos, barrios, ciudades y colonias históricas, susceptibles de ser considerados parte del patrimonio nacional, la cual va más allá de la perspectiva oficialista.

Por el contrario, ceñirme a la visión de la legislación mexicana —que considera parte del patrimonio sólo los ejemplos sobresalientes de arquitecturas y poblaciones, tomando en cuenta su valor artístico o histórico— implicaría en realidad una escasa aportación a la academia y la sociedad, pues simplemente bastaría armar esta bibliografía con una lista de los monumentos, ciudades y zonas urbanas de carácter histórico que ya han sido declarados patrimonio nacional.

Puesto que los fines de esta investigación bibliográfica apuntan hacia un rescate de las fuentes modernas y contemporáneas sobre los bienes tangibles mencionados, entonces su objeto de estudio es el patrimonio histórico, arquitectónico y urbano nacional a través de la producción bibliográfica de o sobre el país, con obras editadas entre 1867 y 1999 acerca de los vestigios arquitectónicos y urbanos nacionales entre 1521 y 1925.

Efectuadas estas aclaraciones, que explican el alcance y la envergadura de esta investigación, podemos pasar a tratar lo referente al tema principal de este repertorio, con sus fuentes de estudio y las ediciones que se revisan, así como el asunto de la metodología para su elaboración.

1 Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos/1972,  de 6 mayo (DOF de 6 de mayo de 1972, 17-18).
2 Marcela Serrano de Gasca, coord., Atlas Cultural de México, v. 9, Monumentos históricos (México: INAH / SEP / Planeta, 1987), 5.
3 Sonia Lombardo de Ruiz, "El patrimonio arquitectónico y urbano (de 1521 a 1900)", El patrimonio nacional de México,          coordinado por Enrique Florescano, v. 2 (México: Conaculta / FCE, 2004), 210.